Memoria en los cuerpos.

Con la aparición de la burguesía del siglo XIX en Europa aparecen imágenes de los cuerpos clasificados jerárquicamente. El cuerpo es campo de batalla para imponer una ética y una estética. La imagen del cuerpo se acompaña del discurso de superioridad de ciertas formas sociales sobre otras. Aparecen diferentes disciplinas como la eugenesia, la frenología o la antropología métrica que otorgan un marco científico para medir, anotar, ordenar, clasificar las diferentes partes del cuerpos. En este contexto, la nariz, es un elemento más que permite evaluar el grado de civilización. El cuerpo ideal se convierte en global y las prótesis necesarias para alcanzarlo se inventan y se reinventan.

Existe hoy en día un elemento que hace eco a todo este pensamiento, el corrector nasal. La nariz para ser bella, tiene que ser fina y alargada. Este modificador de nariz, objeto cotidiano, contemporáneo y más accesible  que una rinoplastía permite al utilizador “estilizar” su nariz y darle un tipo más “nórdico”. A mi parecer es la voluntad de crear sentido, para que lo que es cuerpo y no coincide con los referentes impuestos, se transforme y se domestique. Permite tener la ilusión de recrear las relaciones con el mundo, de ser otro. Este corrector, estos centímetros de plástico, este elemento casi anecdótico se convierte entonces en un elemento de memoria.